EL CORREO. 19 sept 2021.
El covid ha provocado una caída de los nacimientos similar a las de la gripe de 1918 y la Guerra Civil. Pero el sexo se enfocaba entonces a la procreación y enseguida se superó la situación
El confinamiento ha provocado una de las tres mayores caídas de la natalidad del último siglo en Euskadi. Los expertos no dudan en compararla con lo sucedido después de la pandemia mundial de gripe de 1918 y tras el final de la Guerra Civil. Además de mermar la población, ambos acontecimientos redujeron de manera notable el trabajo en las salas de maternidad. Lo del año pasado, sin embargo, es completamente distinto a lo de entonces.
La diferencia entre aquellos dos momentos y el actual tiene que ver con la diferente manera de entender la sexualidad ahora y entonces. El sexo, más ligado hoy al placer, estaba hace 80 o 100 años más dirigido hacia la procreación. Por eso, el impacto provocado en la población por la enfermedad y las armas se compensó en pocos años con los nacimientos, según explican los demógrafos Diego Ramiro y Unai Martín Roncero, que analizan en este reportaje la caída de la natalidad en Euskadi durante 2020 junto a la socióloga Garbiñe Henry, el ginecólogo Txanton Martínez Astorquiza, la matrona Elena Palacio Bru y la presidenta de las familias numerosas de Euskadi, Natalia Díez Caballero.
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), los pasados diciembre y enero se registraron en España 45.054 bebés engendrados durante los meses del confinamiento. Son en total 13.141 niños menos y representan una caída de la natalidad del 22,6%.
El número de nacimientos presenta una constante caída a la baja desde el año 2008, cuando estalló la última crisis. Pero la de este año es la mayor desde 1941, la provocada por el impacto de la contienda civil. En Euskadi, la natalidad ha bajado algo más. Si la media de España fue de un 6% en todo 2020, Euskadi rondó el 8%. Los expertos consultados analizan las causas de este fenómeno y hablan del futuro de la sociedad vasca.
«Veníamos ya de un invierno demográfico»
Natalia Díez Caballero Hirukide, Familias Numerosas
«Sabiendo que la pirámide poblacional ya se ha invertido, ¿cómo es que nuestros políticos no hacen una apuesta firme para ponérselo más fácil a los jóvenes que desean tener hijos?», se pregunta Natalia Díez Caballero, presidenta de la Federación de Asociaciones de Familias Numerosas de Euskadi, Hirukide. La fuerte caída de la natalidad del año pasado (30%) no es, a su juicio, algo «coyuntural, sino cultural. Veníamos ya de un invierno demográfico. Estamos ante un reto que no podemos soslayar».
Para Díez Caballero ha llegado el momento, «y no puede demorarse más», de adoptar medidas políticas que posibiliten a las parejas jóvenes tener hijos. Es necesario, a su entender, un gran pacto político y con el sector empresarial que posibilite la conciliación familiar y ayudas fiscales que favorezcan la crianza. «Resulta esencial introducir una perspectiva familiar a la hora de legislar. En la pandemia –critica– se han adoptado algunas medidas de apoyo, pero no siempre han tenido en cuenta a todo tipo de familias. Las ayudas llegaban sólo hasta el segundo hijo; y hay más modelos de familia que deben tenerse en cuenta: numerosas, monoparentales…».
Es necesario un cambio de modelo social, proclama. Salarios bajos y largas jornadas de trabajo no ayudan. «La patronal está preocupada por las dificultades existentes para retener talento y la falta de mano de obra cualificada. Deberíamos poner los mimbres para que cambie todo esto», subraya.
«Es el momento de impulsar una reconversión social»
Garbiñe Henry Socióloga Universidad Deusto
No se trata de un fenómeno nuevo ligado a la enorme incertidumbre que desata algo tan tremendo como una pandemia. La caída de la natalidad del último año y medio forma parte de una realidad que Euskadi, como el resto de la envejecida Europa, viene arrastrando desde 2008, cuando la quiebra de Lehman Brothers tambaleó el modo de vida occidental. Así lo entiende la socióloga Garbiñe Henry, directora de la Unidad de Innovación y Emprendimiento de la Universidad de Deusto.
La paulatina bajada de la natalidad que se vive desde entonces puede atribuirse, según explica, a tres razones. La primera de ellas, al envejecimiento de la sociedad. La actual pirámide poblacional, según explica, está invertida; es más ancha por la copa que por la base, no sólo por el estallido de nacimientos de los años 60 y 70 del pasado siglo, sino también porque ahora hay menos mujeres en edad fértil. La inmigración, además, ya no es lo que fue. Llegan muchísimos menos migrantes y los que vinieron se están adaptando al modo occidental: tienen menos hijos.
La sociedad, además, ya no es igual. Ha cambiado el modelo de familia; la forma de entender la maternidad; hay menos y peor empleo; y el modelo social, con un pensionista por trabajador, no funciona. Ni siquiera las ciudades están preparadas para la sociedad que vivimos. «En los años 90 se hizo necesaria una reconversión industrial y ahora hace falta una reconversión social», proclama.
«El actual Estado de Bienestar no ayuda a ser padre o madre»
Txanton Martínez Astorquiza Ginecólogo, presidente SEGO
«Hay que reformar el actual Estado del Bienestar, que se ha demostrado incompatible con tener hijos», reflexiona el presidente de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, Txanton Martínez Astorquiza, jefe del servicio del hospital de Cruces. «El sistema de vida obliga a los dos miembros de la pareja a tener que trabajar fuera de casa, en jornadas maratonianas y con salarios que con frecuencia impiden cubrir todas las necesidades que tiene hoy un niño», afirma el experto. «O contratas a alguien que atienda al bebé, que no siempre es posible, o sacrificas a las amamas».
Como presidente de la SEGO, Martínez Astorquiza ha solicitado reuniones con altos dirigentes políticos y empresariales con el fin de impulsar una mesa de diálogo que facilite la vida a las parejas hasta el punto de que decidan tener más hijos. No lo ha conseguido. «Lo hablé con el exministro de Sanidad Alfonso Alonso, con la exconsejera Nekane Murga, hace dos meses con el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi… A ellos y a alguno más les he dicho que tenemos que hacer algo, pero nunca llega esa reunión», reflexiona. «Hay ayudas, especialmente en Euskadi, pero nunca son suficientes, porque hoy un hijo lastra para ser una mujer libre; y eso no puede ser así».
Los ginecólogos de la SEGO se han propuesto, y así lo están haciendo, incentivar a las parejas que acuden a consultas preconcepcionales a tener hijos. «Pero así es muy difícil, un gota a gota».
«Algunas parejas ya se quedarán sin hijos»
Diego Ramiro Director Demografía CSIC
El impacto de la pandemia sobre las familias y el deseo de tener hijos es algo que va más allá de la caída de la natalidad. «Algunas parejas ya nunca tendrán hijos. A muchas de ellas, el confinamiento les llevó a retrasar la maternidad y es muy posible que, pasado un tiempo, decidan ya no tenerlos», reflexiona Diego Ramiro, director del Instituto de Economía, Geografía y Demografía del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Su atalaya le permite ver con claridad lo sucedido durante este tiempo. Incluso antes. La caída de la fecundación, según explica, es un proceso que España «arrastra» desde la década de los años setenta. Ese descenso sólo se rompió durante unos años en el primer decenio del nuevo milenio, cuando se sintió que el tiempo de bonanza duraría más de lo que lo hizo. En medio, quedaron los años 90, cuando España e Italia alcanzaron el récord de natalidad más baja del mundo, 1,1 hijos por mujer.
Esos bebés, que fueron tan pocos en número en comparación a tiempos precedentes, son los que ahora tendrían que ser padres y madres. Los que han de hacerlo en el peor tiempo imaginable, de incertidumbre económica y social. «Un momento tan crítico como éste genera inseguridad y, unido a ella, un lógico retraso en la decisión de tener hijos», reflexiona. Según sus datos, la natalidad durante el confinamiento cayó en España en torno al 6%. En el País Vasco llegó al 8%.
«Atendemos menos partos, y cada vez más complicados»
Elena Palacio Bru Matrona, presidenta EEE/AME
El descenso de la natalidad no se ha traducido en un menor trabajo en los servicios de urgencias, ginecología y obstetricia. Matronas como Elena Palacio Bru, presidenta de la asociación profesional de Euskadi EEE/AME, dan prueba de ello. «Cada año puede haber 100 alumbramientos menos que el anterior, quizás alguno más, pero eso no significa que la carga de trabajo sea menor para nosotras. Al contrario. Los partos son cada vez más complicados y lo han sido aún más durante la pandemia, que nos ha obligado a seguir estrictos protocolos de seguridad anticovid», explica la matrona del hospital de Txagorritxu.
Un 12% de las madres vascas dan a luz con más de 40 años y la edad media a la que se tiene el primer hijo, cada vez más retrasada, alcanza los 32,5. La mayor edad de las gestantes multiplica, entre otros, los riesgos de hipertensión, aborto espontáneo, diabetes gestacional y parto complicado. La tendencia a un alumbramiento cada vez más natural y controlado obliga a los profesionales de la especialidad a un trabajo cada vez mayor y más tensionado. «La pandemia ha rebajado el número de nacimientos, pero nuestra actividad se ha incrementado notablemente».
Las perspectivas de futuro tampoco auguran para Palacio Bru una mejoría del actual panorama, «¿Aumentará la natalidad en los próximos años? Mi opinión personal es que se mantendrá la tendencia actual. La situación laboral y económica no favorece lo contrario».
«No pasa nada, solo que nacieron pocos niños en los 90»
Unai Martín Roncero Sociólogo UPV/EHU
Las condiciones laborales, residenciales y planes de apoyo a las familias explican que se dé una fecundidad baja, «pero no en la caída de la natalidad», un fenómeno en el que también intervienen otros factores. Así lo entiende el sociólogo de la Universidad del País Vasco (UPV /EHU) Unai Martín Roncero, que atribuye sólo en parte a la pandemia el menor número de nacimientos de 2020. Las mujeres que están siendo madres ahora, detalla, son las niñas que nacieron en las décadas de los 80 y 90, cuando la media de hijos por pareja en Euskadi se situaba por debajo de 1, en 0,9.
«Ya no es como antes, que la gente tenía más hijos porque se decretaba un encierro domiciliario o el Athletic ganaba la Copa», bromea el experto. «Es normal que las parejas se lo piensen un poco… Pero lo perdido durante la pandemia –vaticina– pronto se recuperará».
El experto de la UPV/EHU afirma que a la sociedad le interesan más las informaciones relacionadas con la pérdida de la natalidad. Los años en que sucede lo contrario no son noticia, la gente no habla de ello en la calle, «Al que tiene 4 hermanos puedes oírle decir: ‘Mi madre tuvo cinco hijos’. Pero la mujer que no tuvo ninguno no tiene hijo que lo proclame», ironiza al experto. «Euskadi –añade– no necesita 2 hijos por mujer. Lo que necesita es sustituir al 40% de trabajadores que se jubilará en los próximos años. Si los jóvenes formados se van, ¿dónde está el reemplazo?